martes, 10 de septiembre de 2013

Martes, Manuel y madrugada

Esta noche intento acordarme de vos, y sin embargo, al instante mismo de imaginar tu boca, caen sobre mí todas las razones para no recordarla. Razones como espejos de paredes manchadas de humedades e inviernos. Espejos como hastíos y domingos en la cama con la frazada caída en el piso. Es martes y es madrugada, y tantos martes y tantas madrugadas rocé tu boca buscando el exilio y la certeza.  Palabra eterna tu boca –a veces- pronunciando mi nombre como agua clara y mansa.  Labios como manos, como pies, como el brillo opaco de la piel que ya no espera otra cosa que la urgencia del sueño. El viento golpea las ventanas y retumba el silencio. Razones y silencios -para guardar tus ojos y tus lunares en el cajón más pequeño de la cómoda- para dejarlos desvanecer y marchitar. Es martes y es madrugada, Manuel, y ya no te espero.

3 comentarios:

Leo Mercado dijo...

La boca: un arma. El beso: una cicatriz que cargamos para siempre.
Besos.

Eli Portela dijo...

Bellas palabras!

Nati Gigliotti dijo...

Debe ser que andamos por lugares y momentos parecidos. Qué lugar de mierda la espera, amiga. Hay que salirse de ella. Curarse. Avanzar.
La vida, por suerte, sigue.

Te quiero hermosa.
Abrazote
Na.-